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Cartel Aqui un amigo

Cuando me propusieron ir al teatro me quedé pensativo, realmente me apetecía. Cuando me dijeron que era una obra de Francis Veber me avergoncé un poco. El nombre me sonaba de algo, pero no tenía ni idea de quién era ese señor. Cuando me dijeron que era el mismo autor de La cena de los idiotas respondí inmediatamente por reflejo.

En un hotel frente al Palacio de Justicia, donde se espera que en breve llegue un importante personaje, Francois Pignon es un fotógrafo recién hospedado que toma la decisión de suicidarse después de que su mujer lo haya abandonado. Quien lo hará desistir de sus propósitos es "El hombre de negro". Un asesino a sueldo que se hospeda "por motivos de trabajo" en el mismo hotel.

La comedia protagonizada por Jaime Blanch y Martin Ramón Langa (conocido por doblar las voz de Bruce Willis) es uno de los mayores éxitos de crítica y público de los últimos años en la cartelera parisina. "Aquí un amigo" (l'emmerdeur) es un clásico del teatro francés contemporáneo.

Completan el reparto César Diéguez, Miguel Ángel Fernández , Maribel Lara y Fermín Sanlés.

Prepárate para una hora y media de risas en el Teatro Príncipe Gran Vía en Madrid

No me canso de visitar el Museo de Ferrocarril. Los sábados la entrada es gratuita. En la vieja estación de Delicias se puede observar viejos trenes. Cuidado hasta el último detalle, parece que pueden partir en cualquier momento. Puedes entusiasmarte observando cada detalle de una enorme locomotora de vapor seccionada para analizar cada detalle de la caldera, pistones, válvulas... En los andenes te puedes entretener con maquetas, vagones, motores seccionados. Hay una sala entera para los viejos relojes de estación. Se puede ver las viejas herramientas de trabajo, una imprenta-troqueladora de billetes de cartón, centralita de teléfonos, telégrafos, calculadoras. Puedes encontrar un fuelle de dimensiones inimaginables usado para la fundición del metal. Se puede observar la evolución de la implantación y reparación de railes en una recreación a tamaño real. Puedes disfrutar de varias maquetas ferroviarias cedidas al museo. Aunque la escala reina sea la H0, allí abunda la N, y puedes estar a la una y media de la tarde las puedes ver en marcha. Los críos, y los no tan niños, pueden montar en trenes miniatura que marchan y paran a las órdenes del jefe de estación. Siempre que he ido ha estado una exposición de pintura de temática ferroviaria y una obra de teatro infantil. Para reponer fuerzas siempre queda el vagón cafetería. A la salida puedes llevarte algún recuerdo, incluso un kit de iniciación al ferromodelismo.

Real Sitio de San Lorenzo de El Escorial, patrimonio Nacional y monumento patrimonio de la humanidad, fue el centro político del imperio de Felipe II, donde organizó su palacio y biblioteca así como su panteón, el de sus padres, Carlos I e Isabel de Portugal, y el de sus familiares y sucesores, donde edificó una gran basílica y fundó un monasterio. Fijó el emplazamiento del conjunto a finales de 1562, colocándose la última piedra en 1584, según proyectos de Juan Bautista de Toledo y Juan de Herrera.

El edificio fue construido con una triple finalidad: servir de panteón, de palacio y de convento.

Recibió su nombre como conmemoración de la victoria en la batalla de San Quintín, ocurrida el día de San Lorenzo y a eso se debe su forma de parrilla, instrumento utilizado para el martirio del Santo.

Para las necesidades del alojamiento y servicios de la Corte se construyeron las llamadas Casas de Oficios, Ministerios, Infantes, Reina y la Compaña, conectadas entre sí por medio de arcos.

La obra fue decorada por varios pintores italianos, entre los que destacan: Zuccero, Tibaldi y Cambiaso. También sobresalen las pinturas del Bosco y el Greco, así como las esculturas de Monegro y la obra maestra de Claudio Coello, La Adoración de la Sagrada Forma, que preside el retablo de la sacristía.

La biblioteca de El Escorial fue creada por expreso deseo de Felipe II, cuenta con un excepcional fondo de impresos, manuscritos y códices. La actividad científica de esta institución se remonta a los tiempos de su fundación. En los últimos años su trabajo se ha centrado, fundamentalmente, en la catalogación sistemática de sus fondos.

Zoo Aquarium de Madrid es de esos sitios a los que hay que volver. Por rápido que vayas, mal se ve en un día. Lo mejor es tomarlo con calma, decidir plano en mano qué se quiere ver y dejar lo que no de tiempo para otro día. La espontaneidad de los animales hace que a cada momento se pueda ver algo nuevo. Las actuaciones no se deben perder. Sorprende ver como obedecen a sus educadores con tanta naturalidad. Lo que darían muchos niños para que en el colegio les enseñen con golosinas como premio.

Manda la tradición hacerse una foto en la entrada del parque.

En el tiempo que llevo en Madrid he visitados pocos museos, así que aprovechando que pasaba por allí, y que hoy era gratis, entré en el Museo Nacional de Antropología. Siempre resulta curioso ver reflejos de otras culturas en objetos. Es inevitable compararlo con la nuestra y te hace pensar en cómo se parecen culturas diferentes e, incluso, cuán distintas pueden ser dos culturas aparentemente parecidas.

Lugares así nos invitan a reflexiones fuera de nuestras costumbres y a formular preguntas que nunca habríamos sospechado hacer. Me estremeció cuando me hicieron una observación sobrecogedora. Mientras veía objetos de tribus consideradas incivilizadas por nuestros antepasados me invitaron a que me fijase en las fechas de los cubiertos. Es realmente curioso como el uso de una cuchara fuera tan tardíamente adoptado por una Europa civilizada mientras los "bárbaros" ya la usaban.

Es mejor dejar de escribir ahora que estoy en un momento filosófico-reflexivo.


Con cinco años a sus espaldas, ya era hora de que fuera al Warner Bros Park y ver por mi mismo lo que me habían contado. La cosa no empezó muy bien. Compramos la entrada + billete de tren cercanías. Es cierto que puedes ir al parque desde cualquier estación de cercanías, pero no nos quedó nada claro que no debía ser en el mismo tren. ASí que tomamos uno hasta Atocha, otro hasta Pinto y allí el ramal a Parque de Ocio, que aunque parece la misma línea algo descolorida en el plano, es una línea completamente diferente. Como además nos tocó "el tren de las ruedas pinchadas" entre una cosa y otra tardamos dos horas en llegar (desde que compramos las entradas). Menos mal que el resto del día se arregló. Apenas hicimos cola para entrar, aunque se nos hizo eterno. Debimos parecer adolescentes, incluso puede que más jóvenes aún. No habíamos avanzado casi nada y ya tenía fotos con Lucas. Dimos una vueltecita por Cartoon Village y no pudimos resistirnos a visitar la fabrica Acme creyendo que no nos mojaríamos. Ese fue el principio de un día divertido. Atracciones, actuaciones, más atracciones. Tuvimos suerte, apenas hicimos cola en nada, en un par de sítios. En La Sombra del Murciélago, unos diez minutos, y en el Hotel Embrujado, unos veinte minutos.

La comida del menú que tomamos no era muy buena, pero tampoco se salía demasiado de precio (catorce euros) y las tiendas no me parecieron tampoco caras: treinta euros por una cazadora vaquera de entre tiempo y veinticinco por un peluche más grande que muchos de los niños con los que me encontraba por el camino. Aunque fue un día de no parar de soltar dinero, creí que sería peor.

Es curioso que las atracciones en las que más de divertí fueron las más simples, y las más mojadas.

Cuando se planea un viaje teniendo mascota, en muchas ocasiones, viajar con ella no es viable. Someter al animalito al estrés que le produce un largo viaje y un nuevo entorno en el que estará solo la mayor parte tiempo no es lo que desean muchos. No es como ir a casa de los padres, donde sí pasáis tiempo juntos. Cuando está planeado pasar el día haciendo excursiones, visitando la ciudad o pasándolo en la playa la cosa cambia mucho. Es mejor un viaje más corto y un entorno en el que esté acompañada y atendida, libre de sobresaltos de que entren a limpiar la habitación, y con tu tranquilidad de que no escapará si dejan la puerta abierta y de quién la cuida sabe lo que hace.

Los Lagos es una residencia exclusiva para gatos en Arganda (Madrid) con una capacidad de 60 gatitos. Las gateras están situadas en una amplia nave totalmente climatizada, con aire acondicionado en verano y calefacción en invierno. Todas las gateras son individuales de obra, algunas de ellas con acceso a parques totalmente vallados y dobles puertas de seguridad, para no correr riesgos. Garantizan la calidad de la comida (pienso, latas, tarrinas), pero también aceptan dar dietas especiales en la forma que se les determine. Los cuidados son dados por especialistas amantes de los gatos, supervisado por veterinarios. Cuenta con un servicio de transporte para recoger el gatito y para devolverlo (no disponible en agosto por exceso de demanda), veterinario y peluquero. Pertenece a Asociación Felina Madrileña (ASFEMAs) y está incluida en la lista de residencias caninas y felinas reconocidas por el Colegio Oficial de Veterinarios de Madrid.

Puedes tener más información y ver fotos de las instalaciones en su web: Los Lagos.

De regreso a casa quise tomar el metro en Rubén Darío y, viendo que no había nadie más, aproveché para comprar con tarjeta el abono en la máquina expendedora. Seguí los pasos como se me indicaban y cuando leí Operación aceptada puede escuchar como se empezaba a poner en marcha toda la maquinaria para entregarme mi billete. El sonido casi pareció cesar cuando el mensaje cambió a Fuera de servicio y mi billete no aparecía. Como pasados unos segundos no daba la impresión que la situación pudiera cambiar me dirigí a la ventanilla pensando como podría explicarlo.

La chica que me atendió me escuchó atentamente y seguidamente se acercó a la máquina. Comprobó que el billete estaba atascado y llamó al servicio técnico. Me propuso varias opciones. La primera era dejarme el billete preparado y que lo recogiera el día siguiente, pero esa no era mi primera estación, no servía de mucho. La segunda era esperar a que vinieran a ver la máquina y sacar el billete, pero ella tenía tan pocas ganas de esa opción como yo, por lo que no me dejó ni contestar.

Mientras volvía a llamar por teléfono (no se a quien) comenzó a preparar una especie de hoja de reclamaciones para que me devolvieran el dinero. Justo cuando estaba a punto de firmarla le comunicaron por el teléfono que el cargo de mi tarjeta ya estaba anulado.

En total pudieron ser entre 5 y 10 minutos en los que la joven chica se encargaba de mi problema a la vez que de varias personas que venían a comprar billetes. En todo momento conservé la calma y me sentí atendido, al igual que el resto de personas que se acercaban a ventanilla. Me fui completamente satisfecho y tranquilo.

Un buen trabajo.

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