¡Vete, sal de aquí parálisis!
Como la leche materna que de la mama emana,
como el sudor que el cuerpo transpira,
como las gotas de sudor que en la frente se forman,
como la ventosidad que el ano suelta,
como la orina que de la entrepierna gotea,
como el eructo que la garganta expele,
como el moco que la nariz produce y como el cerumen que el oído segrega.
¡Vete, sal de aquí, parálisis!
Primer conjuro del capítulo VIII del Mushu'u (libro de masajes)
El trabajo de Barbara Böck, filóloga del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha permitido reconstruir tratamientos curativos mediante masajes y conjuros que se practicaban en la Antigua Mesopotamia, hace 4.000 años.
Recuperadas estas particulares recetas a partir de diversas tablillas de arcilla de la época, conservadas en varios museos, Böck explica que los exorcistas de la época recitaban sus conjuros al tiempo que practicaban los masajes. Algunos relatos proporcionaban al paciente una explicación de su enfermedad, para que comprendiera el curso de su sufrimiento; otros, en cambio, se dirigían directamente a varios demonios causantes de los males, con el fin de amenazarles y expulsarles del cuerpo del paciente.
"Según los textos médicos, el masaje, que se realizaba con aceites de plantas aromáticas y medicinales, servía para aliviar ataques de migraña, facilitar el parto sin dolor, combatir síntomas de agotamiento o remediar parálisis en algún miembro", explica Böck; y añade: "Los conjuros servían, al menos, para entretener y tranquilizar al paciente mientras le aplicaban el masaje".
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